jueves, 24 de mayo de 2012

Serie Emociones: La vergüenza


Se desperezó estirándose cuan larga era,  relajando sus músculos uno a uno, lo necesitaba. 
Día a día su trabajo se volvía mas estresante y aunque gracias a el se daba el gusto de vivir bastante bien y educar a su hijo en uno de los mejores colegios de la ciudad, era consciente que debía de alguna manera, cambiar su actividad antes de que su hijo, fuera lo suficiente mayor como para averiguar mas datos, sobre los ingresos que les permitían vivir holgadamente.
Ella nunca se había sentido avergonzada. Pensaba de si misma, que cumplía un servicio mas a la sociedad y cobraba por ello, pero sabia bien que aún en el evolucionado mundo de hoy, era poco menos que una delincuente.
En las reuniones de padres, adonde habitualmente se hablaba de trabajo, se mantenía en silencio, enigmática, con una sonrisa que se podría interpretar como indiferencia.
Pero siempre estaba alerta y desmenuzaba la información que sin querer recibía. Mas de una vez había ganado buen dinero, con las  inversiones que entre otros padres se recomendaban.
Igualmente no dejaba de juzgar en silencio las conversaciones vacías y a veces hasta apologías de diferentes delitos,  que se hacían  antes o después de dichas reuniones. 
Por supuesto estos delitos no eran de sangre, tampoco eran vulgares robos a mano armada, eran delitos de guante blanco, aquellos que costaba identificar y más aún probar.
Nuevamente era día de reunión de padres, entregarían las notas del semestre, se levanto dispuesta a vestirse, eligió elegante y seria ropa de calle, con todos los accesorios a juego. El espejo le devolvió una imagen agradable y muy correcta.
Al entrar al salón de reuniones del colegio sintió un extraño estremecimiento, se le puso mal cuerpo, como se suele decir. Se sentó un poco mas alejada del grupo que de costumbre. Probablemente estuviera incubando algo. 
Uno a uno los padres y madres iban llegando, ya faltaba poco para el comienzo de la reunión, cuando percibió una fija mirada sobre ella, levanto la cabeza y se encontró una cara conocida, demasiado conocida, aunque no de ese lugar.........
Dios mío, que vergüenza.......... toda la aceptación de su vida y su trabajo, se derrumbo en ese momento.


Alicia 

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