lunes, 21 de mayo de 2012

Nota biográfica-Reunión en el retrete





Una vez más puedo contarles algo de mi vida por lo que de allí tomo el título de nota biográfica y la puedo unir perfectamente con reunión en el retrete.
Es que no si a ustedes les ha pasado pero cuando mis niños eran pequeños a  lo que mas le temía yo, era a las reuniones en el retrete. 
En realidad porque hubo una época en que se juntaban los tuyos, los míos y los nuestros, aunque esto, lejos de ser de varias parejas como suele suceder, eran mis sobrinos, en algunas oportunidades los que me dieron mis dos hermanas y en otras los que me aporto mi relación. 
Esto hacía que pudiéramos llegar a juntar, aunque en situaciones excepcionales  entre once y trece niños. ¡¡¡¡¡¡¡ Dios nos ampare!!!!!!.
A los niños suelen cautivarlos los baños, allí se disfrazan, se pintarrajean usando los mejores maquillajes que pudiste adquirir o juegan a Papa Noel con la espuma de afeitar de tu cónyuge que inevitablemente al hallarla vacía y ante tu explicación te dirá:
 - ¿y tu, que hacías mientras ellos desperdiciaban mi espuma?. 
En esos momentos usualmente no se contesta, ya que entraríamos en la disyuntiva de mandarlo a paseo o explicarle por enésima vez, que fuera lo que fuera que yo estaba haciendo, era lo suficientemente  importante para mi, como para olvidar a los niños. 
En cambio si el desperdicio era algo que me pertenecía por lo menos nadie hacia preguntas.
De todos modos había travesuras importantes y otras que pasaban desapercibidas, algunas sucedían en el retrete y otras no, el bañar al perro o a la tortuga era muy tolerable siempre y cuando el perro no se cansara de aguantarlos mordiendo a alguno o la tortuga a pesar de gustarle el agua se pasara varias horas beoda por las mismas horas que la habían tenido sumergida, dejándola respirar lo imprescindible.
Eso si, la gama de edades era bastante amplia, por lo que las travesuras eran en consecuencia.
Las reuniones de los mayores normalmente eran de pruebas de ropas y maquillajes varios que pillaban, ya entrando en la adolescencia. 
Los de mediana edad eran los que mortificaban al perro, la tortuga o cualquier cosa que se moviera, aunque pasaran horas en el patio intentando apresar gorriones que según ellos, le iban a agradecer mucho el baño. 
Aún así tengo anécdotas muy divertidas de todos los niños que me habitaron. 
En una ocasión practicaron, en este caso mis hijos, tiro al blanco con una pared de cristal cercana a la casa. No se si quedo alguno sano y desde ya en ese momento no me divirtió demasiado, pero eran muy creativos en sus juegos.
Menor era Luciano cuando decidió arreglarle los faros al coche de alguien que eventualmente estaba reunido en mi casa, y vino con su camión nuevo lleno de cristales, para mostrarnos el trabajo realizado. 
Eso sí el coche era antiguo y los cristales de los faros nos costaron algún dinero mas que si hubiera sido un coche de colección..........


Alicia

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