Ya no sabía ella, si solo se lo parecía por lo que la amaba, o porque verdaderamente sus restauraciones siempre habían estado en manos de los mejores arquitectos.
En el frondoso patio, que contaba con plantas y arboles de muy variadas especies se hallaba elpozo, un pozo con un hermoso brocal de hierro que representaba una fabula que hacía soñar.
Ella desde niña gustaba de pasear por el amplio terreno y escuchar con el oído muy pegado entre el brocal y el césped que lo circundaba el diminuto chorro de agua que caía interminablemente a su fondo.
Muchas veces les habían aconsejado cerrarlo, sus aguas estaban tan contaminadas, que ya no servían ni para riego. Lamentablemente las napas de toda la provincia estaban altamente contaminadas. Pero su padre en su día y ahora ella lo mantenían fecundo, aun cuando no lo usaran.
Había sido en su día fuente de vida, y no quería rellenarlo, dejando enterrados en su fondo, deseos, ambiciones y sueños.
A veces cuando la negrura le invadía el animo, solo sentarse cerca, escuchar su música cantarina y saber que era fuente de vida, aun cuando no pudiera beberla, hacía que su ánimo resplandeciese, dándose cuenta que no todo estaba perdido.
Podían haber contaminado sus napas, pero no podían robarle el sentimiento de compañía y alegría que les daba el solo saber de su existencia.
Aquella mañana llovía suave e intermitentemente, no era el mejor momento de sentarse allí, pero la pérgola podía cobijarla de las gotas impertinentes que le coartaban su libertad. Necesitaba el ruido del agua, necesitaba vivir ese jardín como si fuera su vida misma. Algo se había roto en su interior y cualquier cosa que la ayudara a juntar los pedazos esparcidos de su alma eran bienvenidos.
Nunca imagino que pudiera enamorarse de alguien que terminara arruinándole, aunque fuera, parte de su vida. Pero así fue.
Contra todo pronóstico había perdido su libertad interior, había cultivado el apego, en lugar del desapego y cuando él se marcho, dejo un vacío que la tenia prisionera, al igual que el agua inservible del pozo, estancada, muerta........
La tarde se sucedía y el agua arreciaba calándola hasta los huesos. Pero ella seguía allí, con la mente `perdida en el desvarío.
De repente una voz la saco de su ensimismamiento:
- Mamá, mamá, ¿adonde éstas?
Se puso de pie cansadamente:
- Acá !! en el pozo.
Su hijo llego a ella echándose las manos a la cabeza:
- Estas empapada, ¿que haces aquí? ¿no te dije que no te movieras de la cama?
Que podía responderle, no lo entendería, solo ella sabia de ese desengaño, que le llego al interior de su casa, de su cuarto, de su cama, de la mano de una añeja y amarillenta carta, descubierta en el fondo de un armario.
Alicia
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