martes, 22 de mayo de 2012

Casandra


- Te lo dije Casandra, te lo dije,  decía Hécuba a Casandra que la escuchaba con expresión ausente, nunca debías haberte negado a cumplir tu pacto con Apolo, ya ves, ¿de que te sirve ahora tener el don de la profecía si nadie te cree?

Casandra la miró en forma displicente contestándole:
 - Ya me creerán cuando caiga Troya deberán aceptar que mis profecías son veraces. 
- Claro (le contesto Hécuba) ¿pero como pretendes hacerte creíble cuando hablas de una dama que vendrá dentro de varios siglos diciendo en sus versos lo mismo que tu piensas hoy?. 
- De quien hablas? de Sor Juana? ella no es una dama, ella es algo así como una sacerdotisa del futuro.  Sus versos, iluminaran varias generaciones, ya que define a los hombres como lo son:  unos inconformistas que siempre achacan todos sus males a las mujeres.

Hécuba la escuchaba atentamente y para que recapacitara le dijo: 
- Yo no lo veo de la misma manera, ya que tu te ofreciste a Apolo a cambio del don y luego le negaste el pago. 
- Si madre pero entre que estos arreglos llegaron a su fin, fue la misma Juana la que me confeso su poema mas famoso y oyéndola pensé que era tan veraz lo que decía, que Apolo no se merecía el pago. 
- Que pudo decirte tan importante para que te animaras a desafiar a Apolo?

- Ella abrió mis ojos con su poema y solo dijo:

" Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión de lo mismo que juzgáis.........." 

escuchando esas palabras venidas del futuro, supe que ya no importaba cumplir el acuerdo con Apolo, ni siquiera el castigo que me infringiera, solo importaba no darle el gusto de conseguirme como a tantas, con su belleza y verborragia.
- Hija mía sabes bien que esos desplantes se pagan caros........
- No te preocupes la caída de Troya me devolverá la credibilidad.
Así conversaban madre e hija mientras alguien que lejos de predecir, tenia la habilidad de ver el pasado y se encontraba quien sabe donde en la linea temporal, pensaba:
- Que equivocada estás Casandra nunca te creerán........ a medida que pase el tiempo las hijas de tu arte no solo no serán creídas, sino que serán quemadas en hogueras de un nuevo dios . Mas tarde, tu arte será más y mas degradado y en definitiva el castigo de Apolo se cumplirá con demasía ya que atravesará sin pausa las noches de los tiempos........................


Alicia 


Referencia: Sor Juana Inés de la Cruz - México/ 1651-1695

REDONDILLAS
Hombres necios que acusáis
a la mujer, sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis;

si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?

Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.

Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco,
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.

Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis
para prentendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.

¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro?

Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.

Opinión, ninguna gana,
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, es liviana.

Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.

¿Pues como ha de estar templada
la que vuestro amor pretende?,
¿si la que es ingrata ofende,
y la que es fácil enfada?

Mas, entre el enfado y la pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.

Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.

¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?

¿O cuál es de más culpar,
aunque cualquiera mal haga;
la que peca por la paga
o el que paga por pecar?

¿Pues, para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.

Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.

Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.
Sor Juana Inés de la Cruz


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