jueves, 10 de mayo de 2012

Relato asociado: Vivir más allá de la supervivencia


Diego: 


Cesó el estrépito de las bombas. Paró de pronto y el silencio se apoderó de las calles, salvo por el estrépito de los esporádicos derrumbes. Todos nos miramos aliviados y nos levantamos dispuestos a salir del refugio y reanudar nuestra actividad cotidiana. Mi mama y yo avanzamos con rapidez, dejando atrás a otros que aún murmuraban sus rezos temblorosos.
La luz del amanecer apenas iluminaba los sombríos edificios, los cascotes que recubrían el asfalto por doquier. Estábamos llegando al callejón donde se encontraba nuestra casa cuando mi mirada se vio atrapada por la visión del escaparate de una tienda de juguetes: el cristal estaba en el suelo, roto en mil pedazos y Carita, la muñeca que tantas veces me había parado a contemplar, me miraba con sus ojitos añorantes. Me paré en seco, miré a mi madre que proseguía apresurada su marcha doblando ya la esquina del callejón; volví a mirar a Carita, corrí hacia ella  y la tomé en mis brazos. Después corrí hacia el portal de casa, donde me esperaba impaciente mi madre:  


Alicia :                                                  


-          Que haces? Eso no es tuyo no debes cogerlo.
-         Pero mamá Carita esta sola alguien podría robarla o dañarla.
-         Y tú que piensas que estas haciendo?
-         Yo no robo, Carita es mía, todos los días me miraba desde el escaparate  solo esperaba el momento de poder venir a mis brazos.
-         Esta bien, la tendrás mientras llega el dueño y luego iras a devolvérsela y le explicaras lo mismo que me estas diciendo a mi.
Una sonrisa ilumino mi rostro por lo menos abrazaría a Carita durante un buen rato, aún ni siquiera aparecía el sol.
Entre la noche de mal sueño y tantas emociones malas y buenas me quede dormida, sin desearlo. Cuando desperté el sol ya estaba alto y mi madre me miraba desde su altura instándome a desayunar  e ir a devolver a Carita. A pesar de que el hambre  estrujaba mi barriga, comía despacito y bebía aún más lentamente. Pero al fin llego el momento. Ya me había aseado, había desayunado, ya no me podía entretener mas, el tiempo no se detenía. Abracé fuertemente a Carita contra mi pecho y salí corriendo de mi casa, para que no me doliera más. Encontré al juguetero barriendo la acera con expresión muy afligida,:
-          Buenos días murmure, el hombre siguió con su tarea pareciendo que no me había oído.
-         - Buenos días insistí yo, y a continuación como para no arrepentirme, comencé mi relato : mire usted esta madrugada cuando salimos del refugio con mi mamá, vi. a Carita desvalida entre los vidrios rotos, el hombre dejo por un momento la escoba y pregunto:
-         quien es Carita?
-         Mire usted señor Carita es esta muñeca que usted tenia en su escaparate, todos los días conversábamos a partir del cristal pero  mi madre no puede comprármela, al verla sola pensé que alguien podía robarla y decidí llevármela yo, aunque mi madre me aclaro que debía devolverla en cuanto usted viniera.
-         Y dime tu no tuviste la tentación de robarla, estas seguro? Le dijo el juguetero agriamente. No señor yo no robo, el problema es que si la hubiera robado otro yo ya no hubiera podido verla día a día en su escaparate, así aunque no puede ser mía la volveré a ver y saludar cada vez que paso por la acera.
-         El hombre se quedó muy pensativo y reacciono de forma inesperada con una gran sonrisa, mira cuando llegue veía esto como un gran desastre, la mayoría de las personas no fueron como tú y tu madre y no solo han vaciado la tienda sino que han hecho destrozos que ni yo se como voy a solucionar, pero tu actitud me ha mostrado que muchos niños como tu, habrá en este mundo y por ellos merece seguir resistiendo esta cruenta guerra. Anda llévatela, vete antes de que me arrepienta. Y luego de juntar hasta el último cristal se metió nuevamente en su tienda.
Yo mucho no entendía, no se que quiere decir cruento pero seguro que no es algo bueno, lo dijo muy tristemente, pero solo atine a decir:
-          gracias, gracias señor y a abrazar a Carita que parecía sonreír desde mis brazos.




1 comentario:

  1. que linda historia¡¡¡¡ bueno a mime gusto mucho, seguire leyendo a la vuelta alguna mas.

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