viernes, 3 de julio de 2009

Las tres llaves



La puerta tenía tres cerraduras, por lo tanto en algún lado debía haber tres llaves, que sería tan importante para estar cerrado con tres llaves?. Paseó la habitación arriba y abajo pensando adonde se encontrarían. No podía saberlo; nunca había estado en aquella casa. Trajo a su consciente, el pensamiento analítico que lo acompaño a lo largo de su vida, dividió la habitación en cuadriculas, estas debían ser muy pequeñas ya que tres llaves no ocupan mucho lugar. Comenzó por el rincón que daba al ala norte, allí había un paragüero, algunos cuadros, y una biblioteca. Reviso cada objeto en su interior y en su exterior los volcó para mirarle sus bajos, la librería era ya mas difícil, pesada de roble macizo contenía infinidad de libros, adornos, y portarretratos. Las caras en sepia lo observaban desde sus lugares de honor, él no se amedrentaba, los volcaba sin reparo les sacaba los fondos y continuaba en su afanosa búsqueda. Llegó el momento de los libros, uno a uno sacarlos hojearlos, claro un manojo de llaves se notaria, pero no tenemos que olvidar los libros huecos o falsos libros. Allí no había nada. El rincón norte ahora rota su armonía y totalmente desordenado parecía que lo miraba reprochándole su proceder. De todos modos aún con culpa no le quedaba otra solución, las llaves tenían que aparecer. Ahora se dirigió a la ochava que hacia las veces de mirador, esto era bastante fácil solo un secreter y un par de sillones ocupaban silenciosos este espacio, el secreter tenia varios compartimentos pero uno a uno los fue abriendo y revisando detalladamente como todo lo anterior, las sillas fueron dadas vueltas y hasta sus cojines fueron revisados. Las ventanas del lugar fueron revisadas a conciencia sus taparrollos, las cortinas, sus ensambles, el tiempo iba pasando y por allí tampoco aparecía nada. Así se fueron sucediendo las imaginarias cuadriculas y toda la habitación removida, los sillones enfrentados al escritorio de nogal sus patas que por artísticas tenían muchos recovecos. Ya poco y nada quedaba en su lugar, el desorden se había hecho dueño del lugar y la desesperación estaba empezando a invadirlo. Como podía cumplir su voluntad
si no lograba abrir la puerta y enterarse de una vez por todas de sus profundos secretos?
Se dejo caer en uno de los sillones mientras pensaba que más podía hacer, la desesperanza que desde aquel día lo había perseguido, estaba ahora ganando la partida.
Cerro los ojos intentando relajarse y pensar, minutos después los abrió para fijarlos en la puerta, inanimada, cerrada, parecía burlarse de la situación, una idea cruzó como un relámpago su mente, sería posible? Después de todo no lo había intentado. Se paro y se dirigió directamente a ella, puso la mano sobre el picaporte, lo giró y la puerta se abrió. La sorpresa la transfiguro el rostro, las llaves descansaban sobre un pequeño mueble, en el interior mismo del nuevo recinto.
Es así como pensativo se dijo a si mismo, tal cual como en la vida, perdemos tiempo buscando llaves para abrir situaciones, que aunque lo ignoremos, permanecen abiertas, esperando únicamente nuestra decisión.
Ahora ya podía cumplir con su voluntad.
Alicia

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