Escribir viendo, escribir viviendo, o viviendo las letras, o viviendo la escritura, o viendo lo escrito, pero sin leerlo, si leemos ya no es escribir viendo, es escribir leyendo.
Me agrada escribir y leer también.
El leer me transporta, me transforma, si es una novela no puedo evitar vivirla mas que leerla, las letras desfilan ante mis ojos, pero lo que verdaderamente tiene valor es lo que queda grabado en el alma.
Si es un ensayo, las letras también se me graban, pero generalmente y según el tema, la lectura se graba buscando implicados. Sí, porque busco en ellas las aplicaciones de lo que leo, en principio para mi misma y luego para las personas que conozco y me interesan.
A veces a través de los ensayos me encuentro diciéndole a alguien las cosas que no me atrevo a decir mirándole a los ojos y en lenguaje coloquial.
En fin las letras me invaden, me elevan, tejen sueños, viajan en fantasías, viven en este mundo, pero también en otros, en el espacio y en el subsuelo y sobre todo las letras viven en el sentimiento.
Pueden definir los miedos y el horror, pero también la belleza y la virtud. Pueden descubrir secretos y volar por los aires en una explosión de fuegos de artificio. Cuando das o recibes el amor de cada día.
Las letras son homenaje al formar bellas palabras, dolor y decepción cuando las palabras que forman son ofensivas.
De todos modos vivo escribiendo sentimientos, algunos propios otros ajenos, pero sabéis algo? Cuando la relación de las letras forman palabras y estas no alcanzan a definir lo que sentimos, se disfrazan de sonrisas, te hablan a través del sol y las estrellas, de la noche y la luna, del pájaro que trina en tu ventana en el albor de las mañanas y así reconoces que a pesar de usar todas las palabras nunca ellas serán tan cálidas para demostrar un sentimiento como lo hace un abrazo.
Alicia
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