domingo, 29 de abril de 2012

Repartiendo Colores




Una semana más me siento a pensar y a volcar mi alma al papel, es posible? No lo sé. El ruido de la cabeza me invade de palabras y a pesar de buscar el silencio y la inspiración, se me arremolinan recuerdos vividos, mejores, peores, ambiguos, incompletos…..
Como encontrar el sentido de la vida cuando has vivido tan intensamente, que llega un momento que no sabes que hiciste, ni como lo hiciste.  Ruido, ruido. Tengo mi idea, quiero hablar de vos, de mí, de los dos, de lo que compartimos, de lo que perdimos.
Creo que no encontraré a nadie que me entienda, como nadie nos entendía a ambos,  tan autosuficientes, simbióticos, ajenos a todo lo que nos rodeaba, líricos, utópicos…  mirábamos al mundo a través de nuestra  ventana de amor y no nos dábamos cuenta que, él, seguía impertérrito caminando hacia la mayoría de las cosas que despreciábamos y evitábamos.
Educamos hijos alucinados con nuestras  propias alucinaciones, el bien, el amor, la lealtad, la pureza, la verdad, la bondad…….
Despreciábamos todo lo material,  quizá, porque nunca nos había faltado, éramos felices con muy poco, según nuestro modo de ver, que hoy veo que es mucho para demasiada gente.
Nunca tuvimos frío,  ni hambre, ni faltas, ni apuros y las necesidades pasaban muy lejos de nuestra puerta.
Quizá en ese momento hubiéramos tenido que hacer como la hormiga, guardar y esperar, mas éramos cigarras felices disfrutando del libre albedrío, ¿cómo extrañar las vacaciones viviendo al lado del Atlántico?  Y  ¿cómo extrañar las montañas habiéndolas recorrido, de arriba abajo, con nieve y con sol, aunque fuera por trabajo?
Soñadores innatos, pacifistas por vocación, cuando empezaron a dañarnos, nos dolía más la putrefacción que nos rodeaba, que el daño que nos hacían.
Un día cualquiera decidimos pintar nuestro futuro de colores, dejar atrás ese país tan triste, gris y nostálgico como su música. El tango.
Amando siempre la cuna de mis padres, acostumbraba a decir como una videncia inexorable, el día que me vaya a vivir a España, será a Andalucía, con su sol y sus bellezas multicolores. Y aquí vinimos y aquí estoy.
Al principio deslumbrados por la belleza natural de sus playas y montañas, el contraste de la nieve y el sol, y éste reflejado en el mar. Y junto a todo ello, los colores del amor que nos unía.
Durante algún tiempo y como nunca, vivimos maravillados por la ausencia de problemas o por el exceso de felicidad. Pero todo se termina, no?
Hoy pinto de negro  y de gris, esta Andalucía de grandes contrastes, en parte docta y en parte ignorante, en parte acogedora y en parte rechazante.
Hoy pinto Andalucía con el dolor de mi alma,  por los hospitales recorridos, por el rechazo causado, por la incomprensión de los que creen que tienen el poder, por los que nos llevaron a un callejón sin salida.
A pesar de ello, aquí, aquí mismo en el Mediterráneo, reposan tus cenizas como deseo póstumo, no puedo odiar lo que te contiene, no puedo dejar de pensar que en los veranos  me sumerjo en el mar y un poco de tu materia vaya a mi cuerpo y a mi alma, no sé como presentarte sin caer en la cursilería, no sé como presentarte sin que piensen, como de todos los muertos… ¡¡¡Era tan bueno!!!
Pero me gustaría que te conocieran, me gustaría poder gritar al mundo lo que perdí, para que  entendiera que aún en el más frío razonamiento, puedo encontrar amigos y compañeros de camino, más nunca reemplazarte.
Te acordás? Cuando te decía: “Si algún día sabes, que te vas a morir… pedime que nos separemos…”
Yo sabía en lo más recóndito de mi ser, que nunca superaría este suceso. En ves al separarse, inevitablemente se guarda algún rencor, que hace más fácil aceptar el abandono.
Pero no hubo tiempo de fingir desavenencias, todo fue muy rápido y caótico, y solo hubo tiempo de seguir afianzando esta relación en la que confiabas plenamente.
Como decirte que cuando me preguntaste si saldrías adelante, en algunas de esas noches insomnes que compartimos, te dije que sí, porque lo creía.  Como decirte que nunca pensé que no tendríamos tiempo para la lucha. Como decirte que hoy el alma se me encoje cuando pienso que quizá  creas que te mentí, y no es así, yo tenía fe, tenía fe en vos, en mí, en Dios, en el futuro, nada me hacia pensar que no tendríamos tiempo. No te mentí, como mucho me mentí a mi misma, porque sino, no podría haber velado por vos…….sin esperanza…… o quizá hubiera elegido el momento en que nos marcháramos juntos, pero esto también fue un derecho que me fue negado.
Gris y negro, negro y gris, Dios, dame un poco de cordura para seguir el camino, dame un poco de consuelo, sale el sol, llega el verano y ahí sé que me esperas para abrazarme en la espuma del Mediterráneo. Y allí estaré es una cita, nuestra cita, lástima que me falta el coraje de Alfonsina y solo podré tenerte un verano mas para volver a otro invierno de espera.


Alicia

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