Indiferencia
Cuando
me pierdo en pensamientos y creencias que sé que muy pocas personas
comparten, no sé bien si estoy meditando, haciendo un viaje astral o
huyendo de la realidad y luego cuando vuelvo a la consciencia del día
a día, me pregunto a mi misma: de donde he sacado ideas tan locas,
temerarias y en el mejor de los casos fantasiosas.
Casi
siempre he vivido con los pies atraídos tan fuerte por la gravedad,
que no me permití volar. A las edades en que todos vuelan, yo
simplemente caminaba un paso tras otro sin salirme nunca del camino.
Solo una parte de mí vivió para algo mas que estudiar o trabajar,
esa parte eran mis sentimientos, que en cualquier caso guardados, se
permitían brotar en empatía con situaciones o personas que sin más
y sin causa llegaban a hacer vibrar mis cuerdas sensibles.
A
pesar de tanta certeza en el camino que transitaba, día a día ,
sumando ladrillo a ladrillo, la construcción de mi vida, siempre
cimentada en seguridades, los avatares me alcanzaron. Hoy una cosa,
mañana otra, un castillo de naipes que se derrumba o uno de arena en
la playa que el agua de las olas barre y así irremediablemente
empiezas a darte cuenta de las variables que te afectan y afectan a
los que te rodean.
Indiferencia?
La mínima. Como poder disfrutar del banquete cuando sabes que con
ello salvarías a miles de personas, de niños que día a día
perecen por falta de sustento?. Como poder entender la indiferencia
del que pudiendo, no ayuda a llenar ese vientre hinchado por la
desnutrición?
Si
levantamos a diario la cabeza de la almohada, recordando hasta el
ultimo detalle de lo que tenemos que hacer en ese día y no
recordamos ni pensamos que durante las horas de nuestro sueño miles
de personas en el mundo lo abandonaron con pedidos de auxilio
acallados por nuestro egoísmo?
Ese
es nuestro mundo, un juego de naipes donde no solo basta la habilidad
del jugador, no, en este juego hay muchas variables más. Si naciste
en el hemisferio norte o sur, si lo hiciste en un hogar honesto o
delincuente, si tuviste los medios para crecer y desarrollar
positivamente y puedo agregar tantas variables como inquietudes
tengas en tu alma.
No
puedes dejar de dar la mano a quien te lo pide, no puedes eludir unos
ojos que lloran aún sin lágrimas, no puedes quemar horas que a
otros le faltan, por tener contados sus días.
Quizá el mayor
desafío es la consciencia. Si, ser consciente de la luz del sol, de
la tibia caricia del viento y de los azotes helados de la lluvia en
invierno. Ser consciente de ser y del ser y que porque somos tenemos
que tender la mano a los que lo intentan y no lo logran, a los que
quedan en el camino, a los que sufren sin ser oídos o sin ser
vistos.
La
indiferencia es una señora cruel, de mayestática imagen, sus ojos
son duros, su cabellos no ondean con el aire y como no tiene corazón
en su lugar lleva una piedra.
Por
eso prefiero mis locos sueños de almas que nos pueblan, que hoy
comparten este espacio, que aunque se han ido no son indiferentes y
así en la consciencia de que la peor actitud es la indiferencia,
prefiero reír y también llorar con mis amigos, acariciando al perro
que sigue vagabundo en busca de su dueño.
Darle una palabra a quien
esta solo, un abrazo a mi hermano, que no es mi hermano de sangre,
pero es mi hermano.
Y
sí, mi futuro ya no es tan certero no sé que caminos recorreré, ni
con que suerte, pero sé, que he aprendido la lección, cualquier
sentimiento es mejor que la indiferencia.
Alicia Gaona